Hablar de collage en Chile, profundizar en sus dimensiones plástica y onírica, su carácter lúdico y meticuloso, es hablar de Mauricio Garrido (Santiago, 1974). Máximo representante de este medio en nuestro país, este artista ha dedicado buena parte de su práctica a crear escenas fantásticas, barrocas y vivaces que, en su narrativa abierta y fluida, nos conectan con el mundo de los sueños y del inconsciente. Sus referentes los encuentra en la imaginería de la botánica, la flora y la fauna, pero también en las artes clásicas y la arquitectura, la mitología y la religión católica. A partir de ilustraciones tomadas de una miríada de fuentes, va recortando, pegando y componiendo bajo un estado meditativo, introspectivo, casi de trance, hasta llegar a las inquietantes y astutas resoluciones formales que vemos en esta exposición. Aquí, sin embargo, somos testigos de un giro. Si bien los procedimientos manuales son los mismos, es otro el relato. De aquellas elaboraciones de acontecimientos que bordean lo épico, Mauricio hace zoom al rostro, pero no cualquier rostro. Amigos y confabuladores, famosos y no tanto, protagonizan esta nueva serie de trabajos, donde lo escenográfico abre paso al retrato como género pivote de la representación artística.